La mañana estaba ruidosa: se oían voces en todas las
direcciones. Subían los que cortaban pinos con sus hachas y sierras de dos
mangos, con las caballerías de arrastre y, todavía, con los ojos somnolientos.
Los lunes les costaba desperezarse,
Pero aun así gastaban bromas con los
resineros que, pasado San Gregorio, tomaban otras direcciones (cada uno iba
camino de su propio cuartel, zona destinada a los trabajos de cada cuadrilla): ¡Eh, Feliz! Ya no te queda mucho de estar en
tu cuartel, así que ve diciéndole a tu hermano Antonio que pronto cortaremos en
la cuesta del Cubo. A lo que Feliz contestaba a Juan: si te acercas a mis pinos, te afeito con la gubia; así que vosotros
veréis lo que hacéis.
El monte se abría poco a poco a la luz del día. El
murmullo reinante hacía la mañana muy especial. La gente se desperezaba después
de una noche lluviosa, de la cual no quedaba señal alguna de las nubes que la
habían producido. Todo esto estaba ocurriendo en el monte de El Tiemblo,
mientras resineros, madereros y leñadores iban camino de su trabajo: los Pinos.
El
Pinus pinaster, llamado vulgarmente
Pino Negral por su corteza oscura, tiene un sistema radical muy fuerte, basado
en una raíz central muy penetrante y varias raíces secundarias muy
desarrolladas. Es de tronco grueso y derecho, aunque la resinación suele
modificar mucho su silueta. Este árbol necesita bastante sol, por eso suele
orientarse de cara a este. También necesita una temperatura adecuada, aunque
resiste bien las sequías.
CURIOSIDADES DEL PINO.
En
El Tiemblo, el pino es el árbol predominante. Tenemos varias clases de pinos:
piñoneros, cascalbos, valsaines, silvestres, resineros, etc.; sin embargo,
algunos han sido de origen trasplantado. Por esta razón, iremos a conocer el Pinus pinaster o, más comúnmente, Pino
Resinero, que es el que nos ocupa.
Este
árbol tiene diversas aplicaciones y, además, muy valiosas: su leña ha sido y
sigue siendo de un gran valor calorífico ¡Qué casa en El Tiemblo no se habrá
calentado con ella! Sus piñas sirvieron y aun se usan para encender las
cocinas. Ellas mismas se aprovecharon
para calentarnos: los que tenemos cierta edad aun nos acordamos de los
soplillos, finas tiras sacadas de los pinos enresinados, por medio de las
gubias, al hacer las canales para que corriera la resina en busca de los
tiestos. Tenían un gran aporte de dicha secreción, que servía para una rápida
combustion de la leña y de las teas de los tocones y también para ayudar a las
leñas que se resistían o que estaban demasiado húmedas.
***
Si
vienen por la carretera de San Martín de Valdeiglesias, en dirección a El
Tiemblo, nos verán en el Cerro de Guisando. Allí nos mezclamos con diversas
variedades de arbustos y árboles: cornicabras, algunos enebros y jaras. Aún no
se nos nota, solo por nuestro color verdoso intenso que, desde la lejanía,
parece incluso que es negro, pero empezamos a subir por La Celadilla, camino de
La Dehesa, apoderándonos del terreno de toda la ladera suroeste. Por esta zona
ya casi no dejamos que ningún árbol se entremezcle con nosotros, aunque, sí se
lo permitimos a las jaras, que nos acompañaran en nuestro camino hasta El
Castañar.
Subimos
hasta la cuerda, que no perderemos, mientras vamos bajando hasta La Atalaya,
buscando la garganta de La Yedra. Pasamos el arrollo de los Degollados por Vallejo Pinares, camino de los Chorrancos, y nos
adentramos cada vez más en los antiguos sembrados y viñas de la zona.
Atravesamos La Dehesa, camino de Los Lancharejos, y, rozando estos, nos
acercamos a la garganta. Bajamos la cuesta del Cubo, pero los alisos nos paran
a la entrada de la misma, haciéndonos subir por el oeste del monte. Estos
compañeros ya no nos dejarán hasta llegar a El Castañar, subiendo con nosotros
garganta arriba y pasando por los pantanos de La Cabrera, La Hinchona y El
Linar del Rey. Mientras dejamos atrás los Huertos de Truena, subimos hasta la Era
del Tocón y, pasando el Arroyo del Caballo, los Huertos de Benairo, el Tenado
de Abelardo y los Castaños del Sotillo, llegamos a la Era del Castañar.
Mientras vamos subiendo a Cerro Pelado, pasamos El Tablado y los Huertos de
Chistera (son múltiples los nombres de la zona: la Cruz del Rayo, la Era de
Mari Sancho, los Riscos de la Urbana y Los Cercados, con sus huertos, sus
fuentes y sus claros y con su refugio vigilante).
En
otra ocasión les contaremos cómo cruzamos al otro lado de la garganta, donde
tenemos muchos más hermanos. En este lado seremos unos 3.500.000 ó 4.000.000 de
Pinos aproximadamente. Pero, a caso ¿nos ha contado alguien?...
Elías Blázquez Hernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario