jueves, 16 de julio de 2009

EL DOLOR DE UNA MADRE

"Se han escrito relatos con mucho sentimiento y también historias con mucho dolor,
pero nunca se escribió nada tan profundo, que tan poco se reconoció."
Topete


Homenaje a mi hermana Estrella:

Día 13 de junio, día de San Antonio de Padua, Fiestas Patronales en El Tiemblo, días de celebración y alegría en los cuales no se deberían de escribir cosas tristes, pero en mi no cabe otra cosa y con éste escrito pido a San Antonio que proteja a nuestro pueblo en estos días y todos los demás días del año, pero también que mire por mi hermana que con tanta fe iba todos los días a la ermita del Santo a pedir por su hijo, sobre todo cuando hacía sus servicios en Francia, entonces cualquier momento era bueno para visitarle y si estaba cerrada, mirar por los ventanillos de las puertas y rezar por él, con eso a ti te valía y te daba cierta tranquilidad.

Hermana: Sé que para ti, San Antonio era algo más que solo su nombre, tus recuerdos retroceden años atrás, allí te casaste por que era vuestra ilusión, también casaste a tu hija por que así lo quisisteis. Por todo eso, en estos días que vienen tu te revelas, no terminas de explicártelo y tu mente estalla y ya no eres feliz, le preguntas ¿por qué? Tú que tanto le pedías por él. Ten seguro que le protegía, pero el destino... y una mano ejecutora, se lo llevó, no pudo con la voluntad de Dios. Nunca sabremos por qué, nuestra mente es limitada y por mucho que te lo preguntes nunca sabrás la razón... O puede que sí.

Hermana: yo estaba allí cuando nació, fue con dolor humano como lo concebiste, tu vientre se abrió para que él viniera al mundo, pero ese dolor acabo cuando despertaste y le viste junto a ti, esperando para conocer a su madre. Después de su nacimiento, alegraría tus días, aunque también en ellos hubiera penas, sinsabores y preocupaciones propios de esta vida, pero él estaba aquí; crecía, vivía, disfrutaba con sus amigos, con su novia y con su familia a la que tanto quería... De repente, todo lo que era felicidad se convirtió en dolor, pero no en un dolor corporal (más fácil de curar), sino en el dolor del Alma.

Ese dolor para el cual no hay lagrimas ni lamentos y por el cual una pena inmensa se apodera de todo tu ser y nubla tu mente para impedirte pensar. Ese dolor que hace que creas estar viviendo en una pesadilla, en la que parece que el suelo se hunde, en la que quieres llorar, pero de los ojos no sale lagrima alguna, solo sale el dolor, el dolor de madre, el dolor del amor materno, pero solamente dolor.

Hermana; tus recuerdos se enturbian, quieren mirar hacia atrás, pero no pueden, piensan que estaba allí, pero no le ven. La frontera de tu mente no te deja pensar, pero tu corazón te dice que sí, que estaba aquí, bien en un sitio bien en otro, pero aún así con nosotros. Seguro que le preguntas a Dios: ¿Qué me has hecho?, ¿Por qué a mi hijo? ; Lo quieres pensar pero no te sale. El “por qué no a otro” sería pensar que otra madre sufriría igual que tu, pero lo piensas ¿verdad Hermana?, lo piensas con mucho dolor. El “por qué no a otro” seria desear a otra madre lo que no quieres para ti. Y al pensar en todo esto tu mente se destroza poco a poco. Tú a veces no la controlas, pero ahora ya puedes llorar, las lágrimas fluyen por tu rostro y tus pensamientos se despejan, tu dolor ya es natural. Ahora tus sentimientos no son de alegría, tus sentimientos son de amor, de pena, de temor y de dolor, pero no de un dolor cualquiera, sino de TU dolor. Recuerdas el pasado, te acuerdas de tu hijo y piensas en lo que ya no tendrás, asimismo por él sufres, pero yo recuerdo contigo, tengo sentimientos también, aunque no lo parezca pues es mi forma de ser, y estos son de pena y de dolor suficientes para sufrir, aunque solo sea un poquito, si con ese poco algo te puedo evitar a ti.

Hermana: he hablado con Dios. He pedido por él. He llorado en silencio, donde solo Dios me ve. Hablo con tu hijo a todas horas, le pregunto pero no me contesta. En el campo el cielo es más grande, casi lo ves, pero sé que me oye, al igual que Dios. Cuando me callo y el silencio me envuelve, los siento, me apoyo en un árbol o en una piedra y sigo mirando arriba, me embarga la pena y luego pienso en vosotros.

Yo nada puedo hacer, solo decirte que quiero que sepas que estoy aquí Hermana, por si algo puedo hacer por ti.

TOPETE.

jueves, 9 de julio de 2009

LA Cornicabra,pequeño gran tesoro


La Cornicabra o Terebinto (Pistacia Terebinthus) es un arbusto que puede llegar a hacerse un árbol si se le guía y su asentamiento lo permite, al que hoy día no damos mucha importancia, pero que en tiempos pasados fue muy apreciado por sus frutos y su leña, a pesar de que también hoy lo siga siendo para muchas personas. Muchos de los que lean este pequeño artículo quizás no sepan lo que es, pero si piensan un poco en el otoño: ¿a quién no le vienen a la memoria los colores que se ofrecen a nuestra vista cuando venimos por la carretera de Madrid o cuando vamos a San Martín de Valdeiglesias y que también están presentes en la llamada cuesta de la Atalaya o en el Royal? Vemos esos colores amarillos y verdes, cobres y rojos, también marrones, todos ellos mezclados en el paisaje que nos rodea, para goce de nuestros sentidos.
En el término de El Tiemblo, con lindes a San Martín y también a Cebreros, tenemos un importante asentamiento de Cornicabras que podría llegar a ser un bosque si no fuera por la separación que existe entre ellas. Son una joya de la naturaleza. Si nos fijamos en ellas veremos que tienen una belleza extraña, en el invierno las conocemos con su forma leñosa y retorcida, con un follaje denso, como si estuvieran sin vida, pero cuando va entrando la primavera se van llenando de brotes en los extremos de todas sus ramas en colores marrones indefinidos, después sus hojas de un verde oscuro, pero limpio, cubren todo su ramaje. Por Mayo empiezan a brotar sus flores de un color rojizo en forma de racimos que madurarán hacia el mes de Septiembre. Sus frutas son esféricas y de color rojo, como pequeñas gargantillas, que si nadie recolecta, duran bastante tiempo en la mata que las sostiene, también si nos fijamos veremos una especie de tumor que sale entre las ramas como consecuencia de la picadura de un mosquito y que tiene forma de cuerno de cabra, de ahí recibe el nombre de Cornicabra.
Ya hemos dicho el porqué de su nombre, pero ahora hablaré de sus familiares o plantas afines a ella: Pistacia Terebinthus o Cornicabra, Pistacia Lentiscus o Lentisco, Pistacia Vera o Pistachero. De este último es de donde nace el pistacho, fruto que ahora todos conocemos y que se cultiva cada vez más en España, pero que en nuestro pueblo creo que no hay y si hay son pocos. Esta planta, que es costosa de mantener pues tarda mucho en dar fruto, se consigue injertándola en pies de Cornicabras (para que aguante mejor las inclemencias y sequías) ya que estas poseen una gran fuerza y se adaptan a terrenos agrestes y secos.
En un futuro quizá no estaría mal la idea, para nuestro pueblo, de plantar pistachos, pero en nuestro país parece ser que aumentan cada vez más las plantaciones de ese tipo de arbusto.
La Cornicabra tiene una gran resistencia. Si nos fijamos bien veremos que están sobre todo en las hendiduras de las piedras y también en las paredes y en desniveles del terreno, como si se hubieran tenido que adaptar donde el hombre las dejaba, para que no estorbaran en la tierra que tenían que sembrar y que también servía como pasto, pues en esos tiempos tuvo que haber grandes rebaños de cabras por la zona. Si nos damos una vuelta sobre todo por Navalaceña, camino de Valdesanmartín, veremos que no hay una piedra que no tenga su cornicabra. Van por todo el valle saltando de piedra en piedra, pero las tierras se verán limpias de ellas, aunque hoy día casi no se siembre. Si seguimos hacia el sureste veremos que todo esta lleno de las mismas hasta llegar al Puente de la Casilla, en la zona de la Cañada. Siguiendo la carretera a Puente Nuevo, subimos una pequeña cuesta y desde lo alto de ella se vislumbran grandes zonas bastante pobladas de Cornicabras, tanto si miras para la Atalaya como si miras para el Alberche, te asombrará la abundancia de estas. Una vez que has llegado a Puente Nuevo, cogiendo la carretera de camino a San Martín con el Arroyo de Tórtolas a la izquierda hasta que llegas al cruce de los Toros de Guisando, pierdes de vista a la planta, pero empiezas a subir la cuesta y se vuelve a poblar el paisaje otra vez de Cornicabras. Ese es el entorno de las mismas, en el resto del término de El Tiemblo también hay, pero en menor abundancia.
A la Cornicabra se la conoce con muchos nombres, aunque estos dependen de la región en la que se encuentre. Nombrare algunos de ellos: Descuernacabras, Lentiscos, Granilla, Terebinto, Cabricuerno, Cabra Coja, Quemaculo, Tornalobo, Corneta, etc...
¡Qué gran tesoro es esta planta!, ¡Cuánto frío no habrá quitado en los hogares! En este caso, hogares de El Tiemblo. Su leña dura que da muy poco humo, servía bastante bien para las cocinas casi sin ventanas y poca ventilación de sus casas.
¡Cuánta Granilla habrán recogido para dárselas de comida a los cochinos, que entonces se criaban en la misma casa! Y no hace de ello mucho tiempo.
¡Cuántas cabras no comerían de las Granillas! Granillas que, en algún momento del otoño, cubrían el suelo cuando se desprendían de la mata, al secarse, y que eran un sabroso dulce para ellas. Yo aún he tenido ocasión muchas veces de verlas ponerse de pie y agarrarse a la mata para comerse la Granilla.
En tiempos remotos, la Cornicabra era muy apreciada por Griegos y Romanos. De ella hacían barnices de trementina que sacaban de su corteza (de ahí su nombre “terebinthus”)
En medicina se aprovechaban sus hojas y agallas como astringente y todavía hoy parece que popularmente siguen teniendo esa aplicación.
Las maderas por su dureza se usaban para hacer pequeños utensilios, como petacas para guardar tabaco, etc…
Este arbusto, que en algunos casos puede alcanzar más de cuatro metros de altura -se pueden ver en ciertas zonas hermosos ejemplares de dicha altura- y que algunas veces puede convertirse en árbol -como el que tenemos en el Royal justo al lado de la choza de cabrero, que construyó hará unos cuarenta años el tío Gregorio junto con sus hijos- fue refugio de numerosas especies de fauna silvestre y aun hoy lo sigue siendo.
¿Quién no se acuerda de las lagartijas, lagartos y pequeños roedores que llenaban las rendijas de sus piedras y de las aves que tenían refugio en sus ramas?
Por todo esto, recordemos, cuando llegue el otoño y veamos como las laderas del alto de la Atalaya, de Navalaceña, de la Cañada y de Valdesanmartín se empiecen a teñir de tonos rojizos, amarillentos y cobrizos, mezclados con los verdes de las coníferas y enebros y nuestros ojos se deslumbren con esa gama de colores, que tenemos uno de los asentamientos más importantes de España de ese arbusto casi olvidado que es la Cornicabra. Este gran asentamiento que hace que realmente tengamos un pequeño tesoro en El Tiemblo.