martes, 11 de septiembre de 2012

COSTUMBRES DE OTROS PUEBLOS


VALLS    Tarragona

La calsotada


      La mañana trascurría apaciblemente. Se acercaba la hora de la comida y, a falta de otra cosa que llevarse al estómago, arrancó unas cebolletas de las que tenía en el huerto. Andaba entretenido con las labores del campo y, sin pensarlo dos veces, las echó al fuego, en donde ardían unos sarmientos, para calentarlas y asarlas un poco.
Cuando se percató de lo que estaba pasando, vio que las cebolletas se habían quemado y, preocupado por si podía quedarse sin comer ese día, les quitó las capas que más se habían tostado, limpiándolas cuanto pudo y dándose cuenta, según las limpiaba, de lo blancas que estaban por dentro. Finalmente, las probó y pudo ver que hechas de esa manera tenían muy buen sabor.
Casi sin darse cuenta dio comienzo a la era del calsot.

* * *

       La siembra del calsot es muy sencilla: en los caños, preparados con anterioridad, se entierran las cebollas que se han descabezado previamente. Si tienen la humedad suficiente, se dejan tal y como están, pero, si no es así, se deben de regar un poco, aunque después de su siembra se regarán periódicamente siempre que lo necesiten. Con todo esto, en algo más de diez días saldrán los primeros brotes de la cebolla enterrada, los cuales irán creciendo poco a poco hasta cubrir todos los caños de verde.

       Lo demás es sencillo: se cuidarán y cavarán, pero sobre todo se irán cubriendo de tierra según vayan creciendo, para que las cebolletas se alarguen lo máximo posible y engorden un poco para que no se consuman en el fuego a la hora de asarlas. En el mes de Enero casi estarán listas para recolectarlas y preparar los ya mencionados calsot. Después de esta larga espera, tendremos dos o tres meses para poder comerlos, lo cual será posible hasta el mes de Abril.

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        En El Tiemblo, Fernando Trapero ha hecho alguna calsotada, con muy buenos resultados, trayendo el calsot de Valls, un municipio de Tarragona en el que estaba destinado. Sin embargo, este año pasado hemos ido a más, ya que Manoli y Fernando nos mandaron la cebolla desde tierras catalanas para que la plantáramos en El Tiemblo. Esta innovación dio un resultado bastante regular, ya que la cebolleta se sembró muy tarde y, además, llovió muy poco. Pero, a pesar de todo, se puede decir que fue la primera calsotada casi totalmente tembleña, aunque la cebolla no fuera de aquí.
Este año deberemos observar los resultados que da la nueva siembra de las cebollas, que deberían de estar hechas, más o menos, para Julio. Podremos trasplantarlas, si las sacamos a su debido tiempo, pero, si ese no es el caso, le diremos a Fernando que, cuando venga en el verano, nos las traiga otra vez de Valls, para así poder volver a disfrutar de la fiesta del calsot, por enésima vez.      

 La calsotada es sencilla de hacer: sobre una buena hoguera de sarmientos se colocan los calsot metidos en parrillas y directamente en el fuego para que se quemen las capas de fuera. Después se quitan de la parrilla y se envuelven en papel para que se hagan totalmente y se enfríen un poco. Entretanto, se prepara la salsa de calsot, cuya base son las almendras y las avellanas y otras materias que no sé, pero que no vienen al caso en nuestro relato. Finalmente, para comer el calsot se le quitan las capas quemadas y se unta este en la salsa. La mezcla puede disfrutarse con la compañía de un buen vino o un agradable cava.      

En Valls, el pueblo de donde parece ser originaria, la calsotada es una fiesta popular con una gran tradición. Se suelen hacen hogueras en la misma calle, para asar los calsot y que participen todos los habitantes del pueblo. También se celebra en las masías de toda Cataluña, pues es para ellos una tradición que les viene de antiguo y que se celebra todos los años. Sin embargo, en estos tiempos que vivimos esta costumbre se ha llevado a muchos lugares de España, sobre todo a Madrid
Habrá a quien no le gusten las cebollas hechas calsot, pero da igual,  ya que la finalidad de esta celebración es comer en familia  o con amigos, todos juntos en reunión, al igual que nosotros, los tembleños, 


celebramos en otoño, en la noche de Todos los Santos, la calbotada, una tradición antigua que consiste en comer las castañas asadas o “calbotes”.

Después de la llamada calsotada, se procede a hacer una comida más seria o formal, a gusto del grupo que se reúne, aunque se suele aprovechar el fuego y  hacer una buena barbacoa. Así hicimos nosotros en casa de María José y José: después de dar buena cuenta de las cebolletas y de la barbacoa, llegaron los dulces y una divertida sobremesa. Acabada esta, nos despedimos hasta la próxima vez, que espero que se pueda volver a llevar a cabo al año que viene.

Feliz Calsotada.

Elías Blázquez Hernández.

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